Por Gustavo Manrique Salas. El próximo viernes 22 de abril se celebra el Día de la Tierra, un hito anual muy especial considerando la importancia de crear conciencia común para la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger el planeta.
En días pasados leí un tweet de Roberto Artavia Loria, ex rector del Incae, Presidente de la Fundación Latinoamérica Posible y un líder comprometido con el desarrollo sostenible que decía: “El 44% de lo que consumimos hoy le pertenece a la siguiente generación...insostenibilidad se llama eso”.
Esta corta reflexión es sin duda un golpe fuerte para quienes queremos dejar un legado a nuestra descendencia, asegurar su bienestar y garantizar su sano desarrollo. A ella le tocará enfrentar las indecisiones de nuestra generación, la falta de voluntad política de nuestros/as líderes y el poco compromiso del empresariado para plantearse una visión de largo plazo y una ruta hacia la sostenibilidad.
Desde mi punto de vista, una de las mayores barreras para emprender la ruta hacia la sostenibilidad tiene que ver con la falta de un tejido social que integre un proyecto conjunto en este sentido. Aquí hago una pausa para retomar las palabras de otro líder singular, Stephan Schmidheiny, (ver http://www.stephanschmidheiny.net) quien planteó que “existe una cantidad creciente de empresas y líderes empresariales con la suficiente mentalidad social, como para trabajar con ONG. Y hay una cantidad creciente de gente en las ONG con la suficiente mentalidad empresarial como para trabajar con esas compañías.
Me refiero a estas mentalidades porque el punto de conflicto en estas asociaciones casi nunca es un tema tan obvio como los objetivos o los recursos. Por lo general se trata de un abismo psicológico o cultural difícil de superar, una profunda falta de interés y valoración de lo que piensa otra gente. El empresariado no logra comprender las motivaciones y la cultura del exótico mundo de las ONG, y en consecuencia, siente desconfianza. Y las ONG sienten una visible sospecha respecto de la motivación que guía a las empresas”.
Aunque parezca cuento chino al mejor estilo de Oppenheimer, la realidad es que estos procesos de alianzas son cada vez más frecuentes.
Los gobiernos juegan un rol fundamental y una triple alianza entre éstos con las empresas y ONG, sumado al voluntariado de la sociedad organizada generaría una poderosa sinergia para promover cambios reales a favor del medio ambiente, creando capital político para aquellos que hacen vida pública y mejores oportunidades de negocios para aquel empresariado que con visión, reconoce las oportunidades y las aprovecha al máximo. Las ONG, logran un avance sustancial en su agenda institucional y todo el mundo tendrá más bienestar.
La ruta hacia el desarrollo sostenible requiere de diálogo, fortalecer el tejido social y no desarticularlo. El diálogo multisectorial es uno de los mejores regalos que podemos hacerle a la tierra en su día.
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